Tacklebox es un plataformas de absoluta libertad, pero no entendida como un collectathon al uso o inspirado en plataformas con mundos centrales a los que volver clásicos, o incluso de escenarios cerrados o delimitados: el juego desde el primer momento te hace saber que no hay un objetivo claro, que no hay una dirección correcta. Todas lo son. Su enorme mundo absolutamente abierto hecho de un solo bloque abruma, pero al mismo tiempo dispone una invitación formal para descubrir, perderse y vivir una aventura inolvidable, llena de calidad en cada rincón y cuya premisa es saltar y explorar a nuestro antojo, al ritmo que estimemos. Es uno de los plataformas 3D que más pequeño me han hecho sentir en años. Da una sensación de inabarcable que pronto empieza a disiparse, cuyo objetivo empieza a entenderse según vamos entendiendo dónde estamos.

Cualquier recorrido que tomemos en el orden que sea es válido, pero no puede ser superado de cualquier forma. Para ello hay un robustísimo set de movimientos acrobáticos y unas físicas de auténtico infarto a nuestra disposición, que debemos combinar con maestría. En eso el juego no se esconde: requiere una habilidad algo superior al promedio, ya que combina sets de plataformas que demandan alta concentración y un dominio bastante perfeccionado de nuestros movimientos. Sin embargo es permisivo, ya que cada ciertos tramos activaremos un atajo por medio de una caña de pescar, ahorrándonos momentos anteriores bastante tensos de salto. Tendremos la sensación placentera de estar dominando un plataformas de matrícula en la disposición de todos sus elementos, en las distancias a calcular y en el uso demencial de las físicas de aceleración, que marcarán la diferencia entre un salto tímido a medio ejecutar y una pirueta de circo infartante. La diferencia entre una y otra estará en la maestría, en el dominio y en el entendimiento pleno de sus físicas.

Los coleccionables son maravillosos: la premisa básica es pescar unos peces muy escurridizos (26 en total), intercambiarlos por monedas (696 en total) en el npc del principio y conseguir el resto, tanto matando enemigos como encontrándolos en lugares y rincones de todo el mundo. Algunos están escondidos a una mala hostia legendaria, con un aprovechamiento del espacio inmaculado, imprimiéndole un sentimiento constante y estimulante de "búsqueda del tesoro escondido". No hay rincón a salvo de secretos. Tendremos que exprimir como si fuese una naranja todo nuestro set, nuestros sentidos y nuestra intuición (el "ahí hay algo" nunca falla), girando la cámara y memorizando todo, pues no hay mapa. Solo tendremos un radar de proximidad al siguiente objeto más cercano. La orientación es clave, pero la habilidad también.

Cuando hayamos obtenido las 696 monedas podremos acceder al tramo final, una torre demencialmente bien construída donde el juego pondrá a prueba si hemos aprendido a jugar de verdad (cosa que habrá que haber hecho antes, solo que aquí esto se comprime). Merece totalmente la pena llegar al final de la demo con todo lo que ello conlleva, superando fácilmente las 8 horas de juego.

Pero lo mejor es... que esto es una demo. Una precuela gratuita del que promete ser uno de los plataformas 3D más ambiciosos de todos los tiempos. Y que no os engañe su fachada indie: este maldito "demo" se ha atrevido a mezclar una exploración Spyro en su mejor faceta de juego de alturas, unas físicas de pared estimulantes a lo Prince of Persia / Tomb Raider, un salto Jak & Daxter con algo de Crash, un mundo enriquecedor como el de Bowser's Fury, el abrumador mundo de raíles de Sonic Frontiers con su exploración orgánica y rápida y todo el halo de misterio propio, de autor, que han construído para darle vida a este enigmático territorio desértico.

Estamos ante el que se puede convertir en uno de los mejores videojuegos de saltar de lo que va de siglo. Esta "demo" me ha dejado ya sin habla. No puedo esperar a lo próximo. Y encima es GRATUITO, siento que les debo dinero por este chute absolutamente maravilloso de salto en vena que no sabía que necesitaba tanto. Empiezo el año en alto.