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Con la corporación derrotada y el equilibrio restaurado, Larvita continúa siendo una defensora única de la naturaleza. Organiza festivales anuales en los que las criaturas transformadas se unen para celebrar la vida y la diversidad del mundo microscópico. Su historia se convierte en una leyenda humorística y su espíritu vive en las risas y los recuerdos de todos los que la conocieron.
Después de la pelea, la corporación está literalmente enredada en redes de bacterias fluorescentes que brillan en la oscuridad. Larvita y sus amigos celebran su victoria con una fiesta surrealista en la que todos se disfrazan de microorganismos y bailan al ritmo de música electrónica. Larvita decide mantener su forma larval y, con sus habilidades únicas, crea una pista de baile bioluminiscente en el bosque.
La batalla contra la corporación se convierte en una escena absurda de caos. Larvita usa su habilidad de controlar microorganismos para hacer que los soldados se resbalen en una sustancia resbaladiza de bacterias inofensivas. Uno de sus amigos lanza esporas de hongos que hacen que todos los enemigos empiecen a bailar espontáneamente. La batalla se transforma en un baile cómico y caótico.